Animales: ¿las verdaderas víctimas del cambio climático?

La historia que hay detrás

Si pensamos en el “cambio climático”, inmediatamente pensamos en el derretimiento de los glaciares, en los atardeceres fotoquímicos de California o incluso en la denuncia del problema por parte de algunos políticos. Sin embargo, entre los círculos científicos, una cosa es unánime: el cambio climático está destruyendo (lento pero seguro) nuestro mundo. Sin embargo, ¿qué dice eso de los habitantes nativos de los entornos que explotamos, los animales de la Tierra?

Por qué es importante

Este habla por sí mismo, ¿no?

Con la destrucción de algunos de los hábitats naturales de la Tierra, los ecosistemas de miles de organismos vivos quedarían completamente devastados. Esos casquetes polares que se derriten darían lugar no sólo a un aumento de las inundaciones, sino también a cientos de osos polares sin hogar. Se sabe que las famosas puestas de sol de California alteran los ciclos de hibernación de muchas especies de ranas locales, provocando muertes prematuras y provocando cada vez más adiciones a la lista de especies en peligro de extinción, un ejemplo de ello es la abeja melífera, que se añadió hace sólo unos meses.

Por ello, no es de extrañar que muchos ambientalistas estén iniciando estudios para combatir a este “asesino silencioso”.

En una entrevista con Noticias diarias, Lea Hannah, ecologista conservacionista e investigadora principal de Conservation International, una organización sin fines de lucro con sede en Arlington, Virginia, dice: “Tenemos el conocimiento para tomar medidas... Brotes de insectos verdaderamente masivos provocados por el clima han matado millones de árboles en América del Norte. Los destellos de calor en los océanos han matado corales y modificado los arrecifes de coral en todos los océanos”. Hannah continúa afirmando que un tercio de todas las especies pueden estar en riesgo de extinción en un futuro próximo.
Evidentemente, la situación es calamitosa; la negatividad nos encuentra a cada paso. Entonces uno sólo puede preguntarse: ¿qué sigue?